martes, 23 de septiembre de 2014

''Lluvia de Primavera''

Música: Carmen Guzmán
Letra: Héctor Negro

La lluvia de primavera
cayó sobre el empedrado.
Llovió sobre las goteras
de mi corazón cansado.

En cada charco que brilla
se enjuagan ramos de luces.
Restos del sol hecho astillas.
Diurnas estrellas que lucen.

Canto mirando llover
y mi corazón se moja.
Y hasta el canto se me afloja,
porque no te puedo ver.

Los hilos del agua son
las cuerdas de mi guitarra.
Y el pecho seme desgarra
entonando esta canción.

Canto mirando llover.
Y llueve porque te canto.
Si no te quisiera tanto,
ya no sabría que hacer.

Ni sabría del encanto
que tiene mirar llover…

Es lluvia de primavera.
Hilacha de nubes mansas.
Pintando la luz que espera
con dedos que no se cansan.

En cada pájaro presto
que salta por su migaja.
Juega la vida su resto
y es otro sol el que baja.


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lunes, 22 de septiembre de 2014

Samuel Beckett ― “Qué haría yo sin este mundo”
(Spanish- English - French)

qué haría yo sin este mundo sin
rostro ni preguntas
donde ser no dura sino un instante
donde cada instante
se vierte en el vacío en el olvido
de haber sido

sin esta ola donde al final
cuerpo y sombra se sumergen
juntos
que haría yo sin este silencio abismo de
murmullos

jadeando frenético por auxiliar por
amor
sin este cielo que se alza
sobre el polvo de sus lastres

que haría haría como hice ayer
como hago hoy
mirando por la rendija si no estoy
solo
mientras vago y huyo de todo lo
que vive
en un espacio marionetesco
sin voz entre las voces
encerradas conmigo

∞ ∞ ∞

Samuel Beckett ― “What would I do without this world

what would I do without this world faceless incurious
where to be lasts but an instant where every instant
spills in the void the ignorance of having been
without this wave where in the end
body and shadow together are engulfed
what would I do without this silence where the murmurs die
the pantings the frenzies towards succour towards love
without this sky that soars
above its ballast dust

what would I do what I did yesterday and the day before
peering out of my deadlight looking for another
wandering like me eddying far from all the living
in a convulsive space
among the voices voiceless
that throng my hiddenness

∞ ∞ ∞

Samuel Beckett ― “Que ferais-je sans ce monde”

que ferais-je sans ce monde sans
visage sans questions
où être ne dure qu’un instant où
chaque instant
verse dans le vide dans l’oubli d’avoir
été

sans cette onde où à la fin
corps et ombre ensemble
s’engloutissent
que ferais-je sans ce silence gouffre
des murmures
haletant furieux vers le secours vers
l’amour
sans ce ciel qui s’élève
sur la poussière de ses lests

que ferais-je je ferais comme hier
comme aujourd’hui
regardant par mon hublot si je ne suis
pas seul
à errer et à virer loin de toute vie
dans un espace pantin
sans voix parmi les voix
enfermées avec moi

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sábado, 20 de septiembre de 2014


Jorge Luis Borges ― “La Luna”

A María Kodama

Hay tanta soledad en ese oro.
La luna de las noches no es la luna
que vio el primer Adán. Los largos siglos
de la vigilia humana la han colmado
de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.


“La Luna” I

Cuenta la historia que en aquel pasado
Tiempo en que sucedieron tantas cosas
Reales, imaginarias y dudosas,
Un hombre concibió el desmesurado

Proyecto de cifrar el universo
En un libro y con ímpetu infinito
Erigió el alto y arduo manuscrito
Y limó y declamó el último verso.

Gracias iba a rendir a la fortuna
Cuando al alzar los ojos vio un bruñido
Disco en el aire y comprendió, aturdido,
Que se había olvidado de la luna.

La historia que he narrado aunque fingida,
Bien puede figurar el maleficio
De cuantos ejercemos el oficio
De cambiar en palabras nuestra vida.

Siempre se pierde lo esencial. Es una
Ley de toda palabra sobre el numen.
No la sabrá eludir este resumen
De mi largo comercio con la luna.

No sé dónde la vi por vez primera,
Si en el cielo anterior de la doctrina
Del griego o en la tarde que declina
Sobre el patio del pozo y de la higuera.

Según se sabe, esta mudable vida
Puede, entre tantas cosas, ser muy bella
Y hubo así alguna tarde en que con ella
Te miramos, oh luna compartida.

Más que las lunas de las noches puedo
Recordar las del verso: la hechizada
Dragon moon que da horror a la halada
Y la luna sangrienta de Quevedo.

De otra luna de sangre y de escarlata
Habló Juan en su libro de feroces
Prodigios y de júbilos atroces;
Otras más claras lunas hay de plata.

Pitágoras con sangre (narra una
Tradición) escribía en un espejo
Y los hombres leían el reflejo
En aquel otro espejo que es la luna.

De hierro hay una selva donde mora
El alto lobo cuya extraña suerte
Es derribar la luna y darle muerte
Cuando enrojezca el mar la última aurora.

(Esto el Norte profético lo sabe
Y tan bien que ese día los abiertos
Mares del mundo infestará la nave
Que se hace con las uñas de los muertos.)

Cuando, en Ginebra o Zürich, la fortuna
Quiso que yo también fuera poeta,
Me impuse. como todos, la secreta
Obligación de definir la luna.

Con una suerte de estudiosa pena
Agotaba modestas variaciones,
Bajo el vivo temor de que Lugones
Ya hubiera usado el ámbar o la arena,

De lejano marfil, de humo, de fría
Nieve fueron las lunas que alumbraron
Versos que ciertamente no lograron
El arduo honor de la tipografía.

Pensaba que el poeta es aquel hombre
Que, como el rojo Adán del Paraíso,
Impone a cada cosa su preciso
Y verdadero y no sabido nombre,

Ariosto me enseñó que en la dudosa
Luna moran los sueños, lo inasible,
El tiempo que se pierde, lo posible
O lo imposible, que es la misma cosa.

De la Diana triforme Apolodoro
Me dejo divisar la sombra mágica;
Hugo me dio una hoz que era de oro,
Y un irlandés, su negra luna trágica.

Y, mientras yo sondeaba aquella mina
De las lunas de la mitología,
Ahí estaba, a la vuelta de la esquina,
La luna celestial de cada día

Sé que entre todas las palabras, una
Hay para recordarla o figurarla.
El secreto, a mi ver, está en usarla
Con humildad. Es la palabra luna.

Ya no me atrevo a macular su pura
Aparición con una imagen vana;
La veo indescifrable y cotidiana
Y más allá de mi literatura.

Sé que la luna o la palabra luna
Es una letra que fue creada para
La compleja escritura de esa rara
Cosa que somos, numerosa y una.

Es uno de los símbolos que al hombre
Da el hado o el azar para que un día
De exaltación gloriosa o de agonía
Pueda escribir su verdadero nombre.

Jorge Luis Borges

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jueves, 18 de septiembre de 2014

Robert Desnos ― “La Voz” / “Le Voix”

Tan semejante a la flor y a la corriente de aire
al curso del agua a las sombras pasajeras
a la sonrisa vislumbrada aquella famosa noche a medianoche
tan semejante a toda la felicidad y a la tristeza
es la medianoche pasada alzando su torso desnudo por encima de las torres
y de los álamos
llamo a mí a los perdidos en los campos
los viejos cadáveres los viejos robles talados
los jirones de tela pudriéndose sobre la tierra y la ropa secándose
a los alrededores de las granjas
llamo a mí a los tornados y a los huracanes
las tempestades los tifones los ciclones
los maremotos
los temblores de tierra
llamo a mí al humo de los volcanes y al de los cigarrillos
a los círculos de humo de los puros de lujo
llamo a mí a los amores y los enamorados
llamo a mí a los vivientes y a los muertos
llamo a mí a los sepultureros, llamo a los asesinos
llamo a los verdugos, llamo a los pilotos los albañiles los arquitectos
a los asesinos
llamo a la carne
llamo a la que amo
llamo a la que amo
llamo a la que amo
la medianoche triunfante despliega sus alas de satén y se posa sobre mi lecho
las torres y los álamos se pliegan a mi deseo
aquellos se derrumban aquellos se desploman
los perdidos en el campo se reencuentran al encontrarme
los viejos cadáveres resucitan por mi voz
los jóvenes robles talados se cubren de verdor
los viejos jirones de tela pudriéndose en la tierra y sobre la tierra crujen
por mi voz como el estandarte de la revuelta
la ropa secándose en los alrededores de la granja viste adorables mujeres
que no adoro
que vienen a mí
obedecen a mi voz y me adoran
los tornados giran en mi boca
los huracanes enrojecen si pueden mis labios
las tempestades rugen a mis pies
los tifones si es posible me despeinan
recibo los besos de embriaguez de los ciclones
los maremotos vienen a morir a mis pies
los temblores de tierra no me estremecen pero hacen que todo se desplome
a una orden mía
el humo de los volcanes me viste con sus vapores
y el de los cigarrillos me perfuma
y los círculos de humo de los puros me coronan
los amores y el amor tan largo tiempo perseguidos se refugian en mí
los enamorados escuchan mi voz
los vivientes y los muertos se someten y me saludan
los primeros con frialdad los segundos con familiaridad
los sepultureros abandonan las tumbas apenas cavadas y declaran que sólo yo
puedo mandar los nocturnos trabajos
los asesinos me saludan
los verdugos invocan la revolución
invocan mi voz
invocan mi nombre
los pilotos se guían por mis ojos
los albañiles sienten vértigo al escucharme
los arquitectos parten hacia el desierto
los asesinos me bendicen
la carne palpita a mi llamada

la que amo no me escucha
la que amo no me entiende
la que amo no me responde.

(Versión de Rubén Fuentemayor)

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Poema original en francés:

Robert Desnos ― “Le Voix”

Si semblable à la fleur et au courant d’air
au cours d’eau aux ombres passagères
au sourire entrevu ce fameux soir à minuit
si semblable à tout au bonheur et à la tristesse
c’est le minuit passé dressant son torse nu
au dessus des beffrois et des peupliers
j’appelle à moi ceux-là perdus dans les campagnes
les vieux cadavres les jeunes chênes coupés
les lambeaux d’étoffe pourissant sur la terre et le linge
séchant aux alentours des fermes
j’appelle à moi les tornades et les ouragans
les tempètes les typhons les cyclones
les raz de marée
les tremblements de terre
j’appelle à moi la fumée des volcans et celle des cigarettes
les ronds de fumée des cigarres de luxe
j’appelle à moi les amours et les amoureux
j’appelle à moi les vivants et les morts
j’appelle les fossoyeurs j’appelle les assassins
j’appelle les bourreaux j’appelle les pilotes les maçons et
les architectes
les assassins
j’appelle la chair
j’appelle celle que j’aime
j’appelle celle que j’aime
j’appelle celle que j’aime
le minuit triomphant déploue ses ailes de satin
et se pose sur mon lit
les beffois et les peupliers se plient à mon désir
ceux-là s’éroulent ceux-là s’affaissent
les perdus dans la campagne se retrouvent en me trouvant
les vieux cadavres ressuscitent à ma voix
les jeunes chênes coupés se couvrent de verdure
les lambeaux d’étoffe pourissent dans la terre et sur la terre
claquent à ma voix comme l’étendard de la révolte
le linge séchant aux alentours des fermes habille d’adorables femmes
que je n’adore pas qui viennent à moi obéissent à ma voix et m’adorent
les tornades tournent dans ma bouche
les ouragans rougissent s’il est possible mes lèvres
les tempètes grondent à mes pieds
les typhons s’il est possible me dépeignent
je reçois les baisers d’ivresse des cyclones
les raz de marrée viennent mourir à mes pieds
les tremblements de terre ne m’ébranlent pas
mais font tout crouler à mon ordre
la fumée des volcans me vêt de ses vapeurs
et celle des cigarettes me parfume
et les ronds de fumée des cigares me couronnent
les amours et l’amour si longtemps poursuivis se réfugient en moi
les amoureux écoutent ma voix
les vivants et les morts se soumettent et me saluent
les premiers froidement les seconds familièrement
les fossoyeurs abandonnent les tombes à peine creusées
et déclarent que moi seul puis commander leurs noctures travaux
les assassins me saluent
les bourreaux invoquent la révolution
invoquent ma voix
invoquent mon nom
les pilotes se guident sur mes yeux
les maçons ont le vertige en m’écoutant
les assassins me bénissent
la chair palpite à mon appel
celle que j’aime ne m’écoute pas
celle que j’aime ne m’entend pas
celle que j’aime ne me répond pas


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miércoles, 17 de septiembre de 2014

Julio Cortázar “El Encubridor” 

 

Ese que sale de su país porque tiene miedo,
no sabe de que,
miedo del queso con ratón,
de la cuerda entre los locos,
de la espuma en la sopa.
Entonces quiere cambiarse como una figurita,
el pelo que antes se alambraba
con gomina y espejo lo suelta en jopo,
se abre la camisa, muda de costumbres,
de vino, de idioma.
Se da cuenta, infeliz, que va tirando mejor,
y duerme a pata ancha.
Hasta de estilo cambia,
y tiene amigos que no saben su historia provinciana,
ridícula y casera.
A ratos se pregunta como pudo esperar
todo ese tiempo
para salirse del río sin orillas,
de los cuellos garrote,
de los domingos, lunes, martes, miércoles y jueves.
A fojas uno, si, pero cuidado:
un mismo espejo es todos los espejos,
y el pasaporte dice que naciste y que eres
y cutis color blanco, nariz de dorso recto,
Buenos Aires, septiembre.
Aparte que no olvida,
porque es arte de pocos,
lo que quiso,
esa sopa de estrellas y letras que infatigable comerá
en numerosas mesas de variados hoteles,
la misma sopa, pobre tipo,
hasta que el pescadito intercostal
se plante y diga basta.
Antes, después
como los juegos al llanto
como la sombra a la columna
el perfume dibuja el jazmín
el amante precede al amor
como la caricia a la mano
el amor sobrevive al amante
pero inevitablemente
aunque no haya huella ni presagio
aunque no haya huella ni presagio
como la caricia a la mano
el perfume dibuja el jazmín
el amante precede el amor
pero inevitablemente
el amor sobrevive al amante
como los juegos al llanto
como la sombra a la columna
como la caricia a la mano
aunque no haya huella ni presagio
el amante precede al amor
el perfume dibuja el jazmín
como los juegos al llanto
como la sombra a la columna
el amor sobrevive al amante
pero inevitablemente
 
No importa a dónde vayas, nunca olvides de dónde vienes. Al leer este poema, imagine a quien emigra y se olvida de sus costumbres para adoptar otras, algo muy típico en los ecuatorianos. Mucho se habla de los que regresan de la madre patria y hablan como españoles o de los que se van a la Johnny y ya no se acuerdan del castellano. Más allá de enfocarlo con un problema de migración, me gustaría asociar esta poesía con otra realidad: el dinero.
Me pregunto ¿Cuantas serán las personas que realmente deciden vivir en otro país solo por que les gusta? Nadie viaja solo porque el otro lugar es más bonito, interesante, porque la gente es más guapa o por que las calles son más limpias.Todo esta relacionado con el dinero y el estatus. Me encanta la primera estrofa en la que Cortázar dice: “Ese que sale de su país porque tiene miedo, no sabe de que, miedo del queso con ratón, de la cuerda entre los locos…”, porque me hace sentir que las típicas razones que escucho a diario como “En este país no se puede”, “no hay oportunidades”, “no hay gente capaz” o “nunca va a cambiar”, son solamente excusas para dejar un lugar, cambiar de estatus facilmente, crecer económicamente limpiando pisos y nunca volver. Afrontémoslo, el que se va generalmente no lo hace para regresar al país y aportar, si no para que el país se siga jodiendo solo mientras que uno gana bien afuera y se saca los problemas de encima.
No veo mal a quienes buscan una mejor vida fuera, incluso no veo mal a quienes adoptan otros acentos o adoptan otro ritmo de vida porque despues de todo, la costumbre puede con todo. Pero sí critico abiertamente a quienes predican que un país es una mediocridad y no buscan cambiarlo; a quienes no buscan avanzar y que se conforman con hacer las mismas actividades fuera solo por mil latas más; a quienes sientes verguenza de venir de donde vienen; a quienes agachan la mirada diciendo “soy de ecuador” porque ahora es rico y su país es de pobres; a quienes “tienen amigos que no saben su historia provinciana, ridícula y casera” y a quienes se creen ya de otro lugar solo porque vivieron mucho tiempo en él, pero sobre todo, a los que mucho tienen y no recuerdan que poco tuvieron.
Al final no importará jamás cuanto tiempo lleves fuera de aquí, ni cuanto hayas ahorrado ni con quien te hayas casado, un mismo espejo es todos los espejos, o tu pasaporte miente?


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lunes, 15 de septiembre de 2014

Adolfo Bioy Casares (Born September 15, 1914)

En el centenario de su nacimiento, siempre Bioy Casares

“No espero nada. Esto no es horrible. Después de resolverlo, he ganado tranquilidad. Pero esa mujer me ha dado una esperanza. Debo temer las esperanzas. Tal vez toda esa higiene de no esperar sea un poco ridícula. No esperar de la vida, para no arriesgarla; darse por muerto, para no morir. Ya no estoy muerto: estoy enamorado.”

― Adolfo Bioy Casares

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